jueves, 7 de junio de 2012

JOHN COLTRANE My Favorite Things (Atlantic, 1961)

Hay discos de jazz que se recuerdan por su contexto, por la trascendia histórica del momento y su influencia a posteriori. Otros lps se recuerdan por su calidad global y compensada, todos los temas están bien en general, ya sean baladas o abrasivas improvisaciones Be-bop. Y por último hay discos que se recuerdan por un tema en concreto que destaca sobre los demás y provoca un cisma en la historia de su género musical. El disco del que vamos a hablar a continuación reune todos estos requisitos: es hijo de su tiempo (exploración modal), ha tenido influencia en todo el jazz que se ha hecho después, tiene una calidad en su conjunto muy destacable y al mismo tiempo uno de los cortes es insuperable. Si, lo habéis adivinado, estamos hablando de My Favorite Things de John Coltrane.

Grabado en tres sesiones durante el mismo mes (21, 24 y 26 de Octubre de 1960) en los estudios Atlantic de Nueva York ( ingenieros de sonido: Tom Dowd y Phil Iehle), aquí John Coltrane intentó ir un paso más allá en su música, experiementar con los recursos modales, impregnándolos de sentimiento y sabiduría. El personal de la grabación: John Coltrane al saxo soprano en dos cortes y al tenor en otros dos, McCoy Tyner al piano imprimiendo su elegancia característica y su ritmo metronómico, Steve Davis al contrabajo cumpliendo con nota como siempre y Elvin Jones a la batería ( y esa conexión con Trane enchufada al máximo de voltios). Como habéis podido comprobar, aquí casi nos encontramos al "cuarteto clásico" al completo, falta Jimmy Garrison al contrabajo, pero el sonido característico de la banda ya practicamente esta ahí.

Cuenta la leyenda que una noche, en un club, tras una actuación, un cliente le enseño a Coltrane una partitura de la popular, anodina y edulcorada melodía de una cancioncilla titulada My Favorite Things, perteneciente al éxitoso musical de Broadway The Sound of Music (Conocido aquí en España como Sonrisas y Lágrimas) compuesto por ese par de genios en lo suyo llamados Rogers y Hammerstein. Sea cierta o no la anécdota, lo cierto es que Coltrane coje el olvidado (desde los tiempos de las big bands) saxo soprano ( conseguiendo así un sonido más oriental y dulce, palabra de Trane) para enfrentarse a esta partitura de la que no se podía esperar mucho melodicamente y la transforma en una improvisación modal de trece minutos donde, con un solo acorde (al estilo de las ragas hindúes) nos lleva a otra dimensión musical. Entre lo serio y lo ligero, lo inspirado y lo previsible. Como en el Poinciana de Ahmad Jamal (Grabado unos años antes) aquí podemos saborear dos atmósferas diferentes en la misma canción, pero enlazadas por la persistencia de la melodía. Personalmente os puedo contar el impacto que supuso en mi, la primera vez que lo escuche en la radio, una noche de insomnio, a las tantas; No había escuchado nada igual, tan perfecto, tan redondo. Han pasado los años y sigo manteniendo ante mis colegas y conocidos que esta grabación de Trane es la cosa más bonita que he oído en mi vida. Antes y después han venido a mis orejas otros sonidos que me encantan y seguirán apareciendo sorpresas de vez en cuando que me dejen los pelillos del brazo de punta, pero no puedo evitar aun hoy que este My Favorite Things me siga emocionando y extasiando hasta la lágrima cada vez que lo escucho debido a su insuperable belleza. Y no soy el único al que le pasa, cuando charlo con otros aficionados a esta música hay un sentimiento común de que esta joyita, una vez escuchada y asimilada, se mete en tus entrañas y no te suelta hasta los restos. Incluso ni al mismísimo Coltrane se le caían los anillos al reconocer que posiblemente era lo mejor que había grabado en su vida hasta entonces : "Mi pieza favorita entre todo lo que he grabado es My Favorite Things. No me gustaría rehacerla en ningún sentido, mientras que todos los discos que he hecho podrían mejorarse en algunos detalles". No vamos a ser nosotros los que vayamos a discutirle su propia opinión al jefe de todo esto.

 Como curiosidad, comentar como este tema ha aparecido hasta en obras artísticas: En la novela Kafka en la Orilla del escritor japonés (y amante del jazz, claro, llego a regentar un club en Tokio) Haruki Murakami, el protagonista pasea aturdido por un bosque con un Disc-man, por supuesto lleva My Favorite Things en el aparato y vamos viendo como el escritor mezcla sus sensaciones con los ritmos y la melodía del tema, haciendo un todo, uniendo al oyente con la grabación. Por ultimo comentar que llegó a tener tan buena acogida de público este corte que se llegó a editar en un single de 45 rpm (reducido y con un poquito de corta y pega) para que sonara en las gramolas y en las radios de la época. Fue disco de oro y Coltrane se vio obligado a tocarla en todos sus conciertos el resto de su carrera. Conociendo lo inconformista del personaje, no es de extrañar que aprovechara esta situación para convertir la composición en un banco de pruebas dilatado en ocasiones hasta los treinta minutos donde poder exponer todos su hallazgos free y demás barbaridades que llegarían en los años siguientes. Escuchando grabaciones diferentes de My favorite Things en directo de distintos años, vamos viendo progresivamente como va cambiando y evolucionando la forma de tocar del músico, un privilegio para el melómano que no se da en todos los grandes de la historia del jazz.

Pero como ya indicábamos al principio, no solo del tema titular vive este genial disco, por eso es de justicia que también le dediquemos el tiempo que se me merece al resto de los cortes del álbum. En el segundo corte nos encontramos ese clásico de Cole Porter titulado Every Time We Say Goodbye, una dulce y melancólica balada donde el saxofonista sigue insistiendo aquí con el soprano y nos demuestra hasta donde puede explotar su lirismo y su perfección técnica. Cinco minutos bastan para encandilar hasta al más escéptico y crítico con Coltrane. En la cara B del álbum Trane no se relaja, vuelve a su instrumento natural, el tenor,  y nos brinda dos composiciones clásicas de George e Ira Gershwin donde lleva al límite sus teorías modales y de acordes. Summertime esta casi irreconocible, abrasiva, nocturna, erótica, potente, una de las interpretaciones más bellas de este clásico que ha llegado a tocar todo hijo de vecino. Esta estrategia de coger un estándar muy conocido y darle la vuelta como un calcetín, conservando su esencia pero dejándolo casi irreconocible no seria la ultima vez que lo haría en su carrera y llego a ser una de las señas de identidad de su legado. Por ultimo tenemos ese But Not For me que empieza aparentemente tontorrón, de menos a más, pero que termina siendo una abrasiva y clara muestra de los límites expresivos a los que había llegado el músico de Carolina del Norte. Exprimiendo acordes, exprimiendose el alma.

En definitiva podemos afirmar sin discusión que este disco es una obra maestra de la historia del jazz. Está a la altura de Blue Train o Giant Steps. Claro, después vendría A Love Supreme y se nos volverían a romper los esquemas a más de uno, pero eso es otra historia...



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