lunes, 4 de junio de 2012

MY FAVORITE THINGS. CONVERSACIONES CON JOHN COLTRANE. Edición de Michel Delorme (Alpha Decay, 2012)

La editorial más cool de España se estrena en esto de la edición de libros de temática jazz (que tan bien se están vendiendo últimamente en este país, sorprendente al menos sabiendo lo poco que se escucha esta música y lo poquísimo, por no decir nada, que se lee en nuestro país) con esta pequeña joyita de unas cien páginas en formato minúsculo, cuidadosamente públicadas y traducidas. Tres entrevistas tres es lo que aquí nos encontramos (y una carta de Coltrane a su amigo Don DeMichael a modo de epílogo) realizadas en tres años distintos (1962, 1963, 1965) por el mismo periodista, Michel Delorme, durante sus giras por Francia y publicadas en su momento por medios especializados como las revistas Jazz Hot y Les Cahiers du Jazz.

En estos textos que aquí se nos presentan podemos cotillear a modo de fan fetichista como se comportaba nuestro héroe antes y después de los conciertos: centrado, tranquilo, amable, agradecido, bromista, pidiendo recados para no tener que bajar de la habitación del hotel, siempre concentrado en lo suyo, ensayando, estudiando... todo un ejemplo de dedicación y amor por la música sin precedentes. Modestia y mucho trabajo se esconden tras su leyenda.

Analicemos algo más detalladamente las entrevistas a continuación: 1962. Trane venía de grabar su mayor éxito comercial (My Favorite Things) y sus primeras grabaciones para Impulse Records junto al cuarteto ya formado y estable (Con McCoy Tyner al piano, Jimmy Garrison al contrabajo y Elvin Jones a la batería). Nos lo encontramos muy modesto en sus declaraciones (poniendo por encima de si mismo a artistas como Eric Dolphy u Ornette Coleman, grandiosos, si,  pero siempre un escalón por debajo del maestro, en mi modestísima, humilde y apasionada opinión, claro...) y como era, optimista por naturaleza y en plena forma, con muchas ganas de atrapar al futuro con su música.

1963. A pasado un año y aquí nos encontramos a nuestro ídolo con muchas ganas de dejar de hacer tanta balada y tanto estándar que le seudo-obligaba Bob Thiele a grabar por contrato y a centrarse más en la composición propia. Estamos a unos meses vista de que entrara en el estudio de grabación a registrar ni más ni menos que A Love Supreme. Estaba convencido de que trás su etapa de "acordes" (Giant Steps) y su época "modal" (My Favorite Things), era el momento de la "música atonal" (o como el prefería decir, "extensiones tonales"). Esta entrevista también nos deja su lado más humano, mostrándonos como de feliz, sonriente y satisfecho se sentía tras un concierto que había salido redondo, tanto para él como para su público. Momentos de eternidad.

1965. Han pasado dos años desde el ultimo encuentro con el periodista francés, A Love Supreme acaba de ver la luz y el Free más reivindicativo (Archie Shepp, Albert Ayler) ya se está consolidando como una propuesta valida. Coltrane se encuentra aquí hasta cambiado físicamente ( más grueso), algo desubicado y creía haber llegado a su límite si no mental, si físico. También notamos como se acentuaba por esta época su lado más espiritual (africanismo, hunduísmo, universalidad...) y por último tenemos una crónica (algo urgente diría yo, por errónea) de sus conciertos en Antibes, presentando A Love Supreme en directo y del tirón, como una suite.

Para finalizar el análisis de la obra que nos ocupa, no podemos dejar de lado la escueta pero reveladora carta que le escribe el saxofonista a su amigo Don DeMichael para agradecerle que le haya dejado el libro Music and Imagination de Aaron Copland, donde defiende con convencimiento su teoría sobre la positividad intrínseca de la que ha hecho gala siempre la música Jazz. Y al final del texto nos encontramos una entusiasmante y bella reflexión que tuvo el músico leyendo una biografía sobre el pintor Vincent Van Gogh: La urgencia creadora como elemento esencial del ser humano. En definitiva, este quizás no sea un libros para neófitos sobre John Coltrane (existen otros más extensos e indicados para ese empeño) pero si el que mejor recoge su humanidad.




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